4 de diciembre de 2007

Game Over

Fin del recreo. Rien ne va plus. Last station.

En la última clase de Periodismo Literario que impartió a mi curso (Periodismo, 2000), Eresfea nos animaba a escribir siguiendo esta valiosa sugerencia: "encontrad un tono, una voz propia". Recuerdo ése y otros muchos consejos de quienes me ayudaron a mimar la escritura: Paco, Fernando, Ander... Mucho de lo que me enseñaron aquellos maestros he intentado aplicarlo en esta bitácora, aunque quizá no he logrado lo del tono. Pasaba de la descripción costumbrista al poema íntimo, del diario sarcástico a la crítica fílmica. Aparte de mayor o menor talento, había un problema básico para encontrar una voz del todo coherente: estas crónicas neoyorquinas eran la sexta o séptima de mis prioridades en USA. Para evitar la alta toxicidad de los blogs -más adictivos que cualquier chute nocturno-, me prometí empezarlo si conseguía internet en casa (san Netgear) y si tomaba distancia con él. De ahí que nunca entrara a responder a los comentarios. "¡Prohibido revisar el blog en el trabajo, Nahum!".

Aún así, este Otoño en NY ha resultado una satisfacción. Desde el punto de vista académico, la estancia me ha servido para poner los cimientos de mi investigación y mi docencia para los próximos tres años. Desde el punto de vista humano, viajar me ha abierto la mente y Nueva York me ha proporcionado bellas e inolvidables vivencias. Gracias a este blog he sentido que las exprimía más al ordenarlas en un relato, al sugerirlas en un apunte.

Ahora, el barco ya ha llegado a puerto y toca desembarcar, amigos. Como buen capitán, he de agradecer personalmente el trabajo de la tripulación. Los que siempre han estado ahí, soplando en las velas sin desfallecer: el ánimo siempre fiel del genial Sintomático, la gracia y profundidad del maestro Ander, la sutilidad poética de J. y Momò.

Los que se subían y bajaban de la nave según la meteorología: el caústico Leonard, mi admirada Lucía, el elegante Asincopado, el sensible Javier Arturo, el estilizado Desaparecido o el bravo Á. Matía.

Aquellos que de vez en cuando paseaban por cubierta para saludar: la socarronería de Álex, los miedos del disfrazado Mikel, la bendita mala leche de Paco Sancho, el guadianesco nomeacuerdo (¡este blog sí que tiene tono!), el sindrogámico Walter Kung-Fú...

O el grupo que hizo con nosotros las últimas travesías: el recién nacido y ya brillante Wolframio, el bostoniano Christian, el prometedor Pol, el "descomillado" Felipe... También querría tener un recuerdo para la delicada Marta, que me lee y no me escribe, y para Pacifista, que me escribe y no me lee.

Y todo el viaje con la tranquilidad de contar con un buen grumete: el sagaz Carmelo-Mariano, que me ha supervisado con ojos orgullosos de Papá.

Por último, agradezco a todos los que simplemente me leían y, cómo no, a la legión de Anónimos; me encantaría descubrirlos en este baile de máscaras. En especial, echo de menos al ganador del concurso, el anónimo por antonomasia del blog. Pero también añoraré al "sutil" corsario Dulci-neo, al enigmático Mesonero Arruinado, al impagable Caballero de la Blanca Luna, a la pijita Pitita, o al ácido Andy Gibb (a veces vestido de Príncipe de Bekeular).

¡Tantos buenos momentos blogueros!

Sin duda, esto ha merecido la pena.