Mientras escribo el post, aún me asomo a cada rato por las cortinas. Ahí está el revuelo. El hecho no está en mi ángulo de visión, pero mi fantasía lo reconstruye. Y la imaginación es un ave que gusta de volar libre, todos lo sabemos.
Nueva York es la ciudad que nunca duerme. Por eso, a veces tampoco deja dormir. Hace una hora, a las 5.45 de la mañana, han empezado los gritos. El Bronx es un barrio ruidoso y, al principio, te enroscas en la almohada y cambias de postura. "Otro borracho más" o "una adolescente que lleva el destino escrito en la noche".
Esta vez ha sido diferente. Gritos enfadados de una chica negra, vestida de fiesta, increpando sin cesar al maromo de gorra torcida y camiseta blanca de tirantes (sí, el otoño no termina de llegar). La jerga es difícil de traducir, pero los "fuck you" constantes y los "easy" nerviosos de la amiga de la chica anticipan la tragedia.
Ya no puedo dormir. Deambulo por la casa buscando el mejor ángulo, con la excusa de ir al baño o beber un poco de agua: no logro enfocar bien, los personajes entran y salen de cuadro constantemente. Damn it! Más gritos, más gritos. Ella llora de rabia. A él apenas se le escucha... hasta que se oyen los golpes. Y llegan las lágrimas de cólera de la joven negra.
De repente, silencio.
¡No, no! Alguien corre. Puertas del edificio que se abren y se cierran. Ventanas que no esconden la curiosidad. Y, de nuevo, la negra y su amiga. ¡Las veo! Salen del 721 de Walton Avenue acompañadas de tres o cuatro hombres. No enciendo la luz. Chillidos y acusaciones. Zarandeos. El "fuck you" parece que es lo único que les enseñaron en la escuela. Desde la ventanita del baño asisto al trasiego de la puerta de entrada. Pero el hecho sucede en el maldito fuera de campo.
Y ésto, que sí lo capto: "¡Qué! ¡Te gusta pegar a las mujeres, eh, cabrón!".
Son las 6.33. Ahora mismo desde mi ventana (un segundo piso que da a la calle) veo aparcados cinco coches de policía y una ambulancia. Curioso juego de luces. Me sigue faltando ángulo, ¡las puñeteras rejas que no me dejan sacar la cabeza para ver qué está pasando ahí abajo! Los oficiales van y vienen, la chica se abraza a su amiga junto a la pared del parque Franz Siegel. Se oyen mensajes en los walkies de los maderos. Pero todo es más callado. Parece que pasó la tormenta.
Ya no puedo dormir. Ya no merece la pena. El alba llega. Hoy me iré pronto al trabajo. Ojalá la falta de sueño no me pase factura. Ojalá mi imaginación se equivoque.
Hoy el post tiene que ir sin foto. Solo con los gritos de rabia y el sonido de esos golpes.
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8.30: Al bajar, en la portería, había un reguero de gotitas que conducía a un charco. Rojo, rojo. Tras perder el sueño, hoy también se me cortó el desayuno.
Nueva York es la ciudad que nunca duerme. Por eso, a veces tampoco deja dormir. Hace una hora, a las 5.45 de la mañana, han empezado los gritos. El Bronx es un barrio ruidoso y, al principio, te enroscas en la almohada y cambias de postura. "Otro borracho más" o "una adolescente que lleva el destino escrito en la noche".
Esta vez ha sido diferente. Gritos enfadados de una chica negra, vestida de fiesta, increpando sin cesar al maromo de gorra torcida y camiseta blanca de tirantes (sí, el otoño no termina de llegar). La jerga es difícil de traducir, pero los "fuck you" constantes y los "easy" nerviosos de la amiga de la chica anticipan la tragedia.
Ya no puedo dormir. Deambulo por la casa buscando el mejor ángulo, con la excusa de ir al baño o beber un poco de agua: no logro enfocar bien, los personajes entran y salen de cuadro constantemente. Damn it! Más gritos, más gritos. Ella llora de rabia. A él apenas se le escucha... hasta que se oyen los golpes. Y llegan las lágrimas de cólera de la joven negra.
De repente, silencio.
¡No, no! Alguien corre. Puertas del edificio que se abren y se cierran. Ventanas que no esconden la curiosidad. Y, de nuevo, la negra y su amiga. ¡Las veo! Salen del 721 de Walton Avenue acompañadas de tres o cuatro hombres. No enciendo la luz. Chillidos y acusaciones. Zarandeos. El "fuck you" parece que es lo único que les enseñaron en la escuela. Desde la ventanita del baño asisto al trasiego de la puerta de entrada. Pero el hecho sucede en el maldito fuera de campo.
Y ésto, que sí lo capto: "¡Qué! ¡Te gusta pegar a las mujeres, eh, cabrón!".
Son las 6.33. Ahora mismo desde mi ventana (un segundo piso que da a la calle) veo aparcados cinco coches de policía y una ambulancia. Curioso juego de luces. Me sigue faltando ángulo, ¡las puñeteras rejas que no me dejan sacar la cabeza para ver qué está pasando ahí abajo! Los oficiales van y vienen, la chica se abraza a su amiga junto a la pared del parque Franz Siegel. Se oyen mensajes en los walkies de los maderos. Pero todo es más callado. Parece que pasó la tormenta.
Ya no puedo dormir. Ya no merece la pena. El alba llega. Hoy me iré pronto al trabajo. Ojalá la falta de sueño no me pase factura. Ojalá mi imaginación se equivoque.
Hoy el post tiene que ir sin foto. Solo con los gritos de rabia y el sonido de esos golpes.
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8.30: Al bajar, en la portería, había un reguero de gotitas que conducía a un charco. Rojo, rojo. Tras perder el sueño, hoy también se me cortó el desayuno.
9 comentarios:
Te devuelvo el título que me cediste: el progreso acabó con la poesía. ¡Mecachis como me ha engañado el título!, yo ya te veía con sonrisa beatífica acariciando un cervatillo.
Vaya. Qué historia.
Ayer me acordé de ti leyendo uno de nuestros favoritos: Poesía española reciente (1980-2000). Grande La edad de oro de Felipe Benitez Reyes.
Magnífico. Un relato real muy pegado al asfalto neoyorquino. Todos los ingredientes. El duermevela literario nunca falla. Uff, todavía escucho los golpes y el ruido de las sirenas.
Rojo, rojo. Bravo, bravo.
Buena historia, muy bien narrada.
Todo un señor escritor...
Uf. No por mucho imaginar amanece más temprano.
Tremendo relato.
You know, men¡ Servidor tuvo una pareja de teckles como los que aparecen en la foto de Ganador. Con Urmeneta y Muñoz Molina me picó la curiosidad de ese Ny y ahora tú te empeñas en provocar aún más a mi curiosidad¡¡ Espero que duermas mejor a partir de ahora. No hay unos taponcitos por ahí?? Saludos
"When the night has come
And the land is dark
And the moon is the only light we'll see
No, I won't be afraid
No, I won't be afraid"
Me ha venido a la mente esta canción de los Fugees al leer este relato.
¿Las rejas no te dejaban ver? ¡Sal del zulo!
Sabía que te gustaría escuchar a estos dos 'tucsonianos'. Tengo en mente la siguiente entrada y creo que también te puede interesar. Va a tener un aire muy morricone.
...De los Fugees?????,...machote, vaya patada que le has dado a la historia musical!!!,...menos mal que no se te verá el pelo por N.Y. City!!! es original de Ben E. King, y John Lennon hizo en su momento una magnífica versión, pero claro que ni a la suela de los Fugees, por Dios!!!
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