30 de octubre de 2007

Washington (II). Horror

Aquí, en el Museo del Holocausto.

Una de las experiencias más aterradoras a las que he asistido. Una lección humana, muy humana. Un espeso sentimiento de culpa. Esa pila de zapatitos, Mengele o las uñas arañando el techo de una cámara de gas.

Mi más sincero desprecio hacia todos aquellos que manosean esa palabra: holocausto.


Y una promesa que me hago a mí mismo: no olvidar. Jamás.

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7 comentarios:

Miguel Carvajal dijo...

Buen día para esta reflexión.

Javier Arturo dijo...

Siempre me frustra la idea de saber que cosas como ésta pasaron, pasan y pasarán... Y yo sin poder hacer nada y a la vez aferrándome a la idea de que seguro que puede hacerse algo.

J. dijo...

Tanto manosean que olvidamos que ocurrió de verdad: que se trataba de seres humanos.

mòmo dijo...

Estoy con J. Aunque suene a políticamente incorrecto, tal vez sea hora de olvidar y perdonar. En Israel se niegan a olvidar (a perdonar no sé, habrá de todo, supongo) y resultan cansinos en su papel de víctimas.
Aquí -que todo lo malo lo aprendemos rápido- tampoco queremos "olvidar" y hemos inventado la memoria histórica para poder alimentar el rencor y echar sal en las heridas, no sea que cicatricen.

Carmelo dijo...

Todo esto me ha recordado una charla. Se hablaba de los roles psicológicos. Los papeles protagonistas son el verdugo y la víctima. Los conocemos. El que va avasallando, imponiendo qué hay que hacer y cómo. Y el que nunca ha hecho más que vivir para los demás o soportarlos. Enseguida se quedan en segundo plano. Vienen otros protagonistas. El justiciero y el salvador. También los conocemos. El que quiere acabar con esa gentuza de una vez. Y el que ejerce y reclama solidaridad. Frente a todos, el papel auténtico, el de adulto. Los cinco papeles que representamos. No siempre el mismo. Lo elegimos según nos viene.

Ante el Holocausto, ninguno de ésos olvida. Y sólo el adulto perdona. Aunque perdonar es olvidar. Así que la única razón legítima para no olvidar es el propósito de la enmienda. Que no vuelva a pasar.

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Anónimo dijo...

Panda fachas, aquí no se quiere hacer la memoria histórica para evitar que cicatrice, sino todo lo contrario, para que cicatrice. Si hablamos del holocausto decís pobres judíos, y olvidais que el general Franco, que por bajito y acomplejado se hizo llamar generalisimo, fue cooperador necesario y apoyo y sirvió de ensayo para esas matanzas.

No olvidar, JAMAS, como dices, PERO LO MISMO PARA EL FRANQUISMO Y SUS SECUACES.

Anónimo dijo...

Qué tendrá que ver la guerra civil española con el genocidio nazi. Qué tendrá que ver la ley de la memoria histórica con las medidas tomadas en Alemania para desterrar el nazismo.

Qué tendrá que ver estar en contra de esa ley con ser un facha o con no condenar el franquismo.

Me imagino que serán los tópicos que tanto nos gustan: no estás de acuerdo con la ley de la memoria histórica, eres profranquista, y si estás a favor, pues eres lo más de lo más y, me imagino, que serás proestalinista (por la regla de tres anteriormente aplicada).

En España la cicatrización llegó con la transición, que para eso se hizo. Ah, y con las familias que, como la mía, tienen muertos en los dos bandos y fueron capaces de perdonarse, que es lo que hicieron todas.

Firmado,
un tipo que ni vivió la guerra civil, ni el franquismo. Me imagino que como Dulci-neo.