Y, claro, por fin pasan las estrellas neoyorquinas, les dices que qué tal, te sonríen, te preguntan de dónde eres, les dices que de España y él te cuenta que ha rodado su última película en Barcelona y que, lo siente, pero teme llegar tarde al desfile.
Ayer, a las 9.03 am, estaba esperando a Father Tueth, un jesuita catedrático de cine de lo más bonachón, capaz de cantar el Knocking on Heaven's Door de Bob Dylan e imitar a Queen Latifah en el mismo sermón. Entonces vi pasar a la estrella. ¡Ya era hora tras tres meses en NY!
Woody Allen es menudo y delgadito. Llevaba ese gorro verde de pescador que siempre usaba en Oviedo, calado hasta las gafas, supongo que para esconder sus neurosis de la multitud. Paseaba por la calle 56 con la 6ª Avenida, camino del desfile de Thanksgiving (por cierto, al fin me enteré de por qué dan gracias...). De la mano, su hija o su nieta o ambas cosas. Es el lío de casarte con tu hijastra, que luego, para recomponer el árbol genealógico, hace falta una tesis doctoral.
Y yo sin poder dejar constancia en este querido blog...
Seamos justos con el resto del día, en todo caso. Si lo de Halloween fue un desfile de Regional Preferente, en esta ocasión el glamour y el brillo me cautivaron. Una cita para niños y mayores, con colorido, buen gusto, orquestas y bachelorettes rítmicas y bellamente engalanadas, carrozas gigantes algo fallescas y globos con forma de Shrek, la rana Gustavo, Snoopy y cía. Una delicia con Santa Claus y todos sus renos como colofón, para dar por iniciada la Navidad... y sus compras.
Supongo que por eso el desfile estaba patrocinado por Macy's.