28 de noviembre de 2007

Hace tiempo que...

Hace tiempo que el Bronx dejó de ser territorio comanche.


Ya antes del alcalde Rudy Giuliani, la policía se empezó a racializar y a los duros irlandeses apellidados O'Casey o McKlinskey se les incrustaron patrullas con algún Obama, Rodríguez o Mat-Sui. Más policía negra en Harlem, hispanos en el Bronx y ojos rasgados de uniforme en Hell's Kitchen o Chinatown. De este modo, si los chicos de la ley te tenían que zurrar la badana, al menos la vecindad podía sentir que los que pegaban también eran de los suyos. Y eso, al parecer, influye. En el Bronx, por ejemplo, perdió sentido aquella famosa comparación entre la pasma y los maridos: "siempre son los últimos en enterarse de todo".

El Nueva York criminal de los 70 y 80 era tan insoportable que una ciudad demócrata por antonomasia tuvo que pedir auxilio a un político republicano: Giulani se propuso limpiar las calles y lo logró. Y salió reelegido hasta que se lo permitió la ley. Quizá hasta sea el próximo presidente de los Estados Unidos.



Pero hablaba del Bronx y su mito. Sí es cierto que ha habido algunos sustos, pero es un lugar estupendo para vivir y muy seguro, alejado del ácido retrato dibujado por Tom Wolfe en La hoguera de las vanidades. Su desternillante segundo capítulo -Gibraltar- describe el Palacio de Justicia del Bronx como una fortaleza blanca en medio de la jungla. ¡Ya no es para tanto! De suburbio marginal ha subido un par de escalones y se ubica en el nivel de "barrio obrero en progresión". Incluso hay zonas bien y lindos parques que oxigenan el ambiente.

El Bronx tiene colorido y música. Sobre todo, música. El influjo hispano es muy fuerte y la gente vive mucho hacia la calle. Suenan Bisbal, Juanes, Shakira, reggaeton, salsa caribeña, trova cubana o jazz hispano. Gritos en la calle y altavoces a todo trapo, como en cualquier patio andaluz. Será la hermandad latina, que imprime carácter a ambos lados del océano.

La música también habita en el lenguaje. La mitad de lo que se oye es español. Un castellano multiforme y florido, con acentos muy diversos y agujereado por neologismos, barbarismos o, simplemente, palabras en inglés. Colombianos, peruanos, panameños, algún mexicano y argentino pero, sobre todo, las banderas de Puerto Rico y República Dominicana son las que más ondean en el barrio. Ah, aquí el spanglish existe y carece de reglas y de lógica; en una misma frase, ambas lenguas puedan mezclarse de esta forma: "Well, the truth is that when Mama nos dijo que nos fuéramos a Connecticut with the kids, nosotros le respondimos que no, que no way. She was gonna stay with us" (conversación entre brothers escuchada en el subway). Más allá de esta jerigonza, se está configurando una nueva modalidad lingüística donde los coches-carros se "parquean", las alfombras se convierten en "carpetas", la electricidad es "poder" y, en lugar de gripe, se coge la "influenza".

Abundan las timbas de dominó en las calles y los niños jugando en los portales. Y son gente amable, sin ese estrés que parece regir las vidas en Manhattan. Vacilones y desconfiados con el forastero, a los pocos días se convierten en vecinos sonrientes y serviciales. Está Amín, por ejemplo, un dominicano que vino en busca del sueño americano hace quince años y ha prosperado con un negocio de telefonía móvil. Tiene la virtud de decir una broma por minuto, aunque sea mala, y de llamar a sus clientes por el nombre del país nativo: "¡Hola España, cómo está España!". O Muhamed, el egipcio de la lavandería. En el primer contacto con el cliente es más seco que un vaso de arena. A la tercera colada, una sonrisa. A partir de la quinta, cuenta su historia: 35 años sirviendo en la policía egipcia de El Cairo, guardia personal de Anwar El-Sadat, ex-fumador y ex-obeso, prejubilado allá y quince horas de trabajo diarias acá...



Ayer me regaló mi última colada. Diez dólares.

¡Demonios, cómo voy a extrañar este lugar!

10 comentarios:

mòmo dijo...

Cuando lo describes así, seguro que lo extrañarás. Es lo malo de conocer las calles y las personas. Se meten dentro.

Javier Arturo dijo...

Esto empieza a tomar un color nostálgico. Huele a despedida y a regresos en este blog :)

Javier Arturo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ander Izagirre dijo...

Este blog es cada vez mejor, te manejas cada vez con mayor soltura en NY y en los textos.

Pero yo voto a favor de que lo cierres cuando termines la estancia, me gustan los blogs con fecha de caducidad. (Otoño y Nuevayol: no pudiste ser más claro, que nadie se queje).

Eso sí: déjalo publicado y, sobre todo, empieza otro. Tómate si quieres una temporada de descanso, pero búscate otro hilo y venga, a bloguear.

Anónimo dijo...

...sigue con los blogs, que las fotos son muy chulis,...

Mariano dijo...

Nostalgia de lo que aún no ha terminado. Qué cosas.

Hay que tener paciencia en los finales de etapa. Cada último trecho se tendría que contar doble. Es que la vida se hace a tramos.

Anónimo dijo...

Te ha sentado bien la piscina. Y se ve que te has integrado, porque eso de los diez dólares tiene tela. Yo la última vez que estuve por allí dejaba mi colada en una lavandería regentada por una asiática, a la que le entendía el 20% de lo que decía. No way para hacer amistades.

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho conocer un poco más del Bronx. No sabía lo de Guliani... y bueno sí es un poco Snif todo no way?

Estoy de acuerdo con ander. Y publicaría otro que se llamara: Pamplona Four Seasons... uy, qué tontería, qué tontería.

Anónimo dijo...

Leonard, como Nahum dice; para las relaciones personales tu eres mas seco que un vaso de arena.
Abrazos desde Beantown!

Anónimo dijo...

entonces como es seguro o inseguro porq en otro post has puesto que era peligroso, yo voy en junio hago graffitis y espero poder pintar con gente de la de alli y sentirse agusto. en fin lo tenemos mas facilq somos españoles y nos entienden mejor.

www.sonsione.com
saludos