7.35 Café con leche fresca, tostadas con mantequilla, mermelada de naranja ácida y
Golden Grahams. Empiezo a hojear la prensa española por la banda ancha que le llevó robando todo el trimestre a San
Netgear.
7.37 Tras el quinto titular y el primer párrafo de la tribuna de
Suso de Toro en
El País, abandono con tristeza la lectura y sintonizo
Asincopado.
José González explicado en prosa limpia y escuchado en estéreo. ¡Qué sensación de paz!
7.56 Salgo de casa y enfilo la estación de metro del
Yankee Stadium. Dirección
Fordham Road.
7.59 De camino, dejo la colada. No está
Muhamed, el tendero. Habrá salido a su paseo matutino.
8.27 Accedo al campus que la
Fordham University tiene en el
Bronx. Pienso que deberíamos importar las ardillas al campus de Pamplona; a cambio, podríamos traer algún
Barbour.
8.30 Entro en la Biblioteca. Siempre tercera planta, mesa 3-118D. Una biblioteca alucinante y casi siempre vacía. ¿Para qué quiero un despacho si aquí tengo hasta sillones?
8.35 Encaro los últimos retoques a un artículo académico para un libro editado por nuestro nunca bien ponderado
Leonard. "Investigas sobre cine y televisión, así que estarás todo el día viendo pelis, ¿no?", me suelen decir. ¡Y una leche! El artículo versa sobre la genealogía ensayística en la obra de
Ross McElwee, un documentalista autobiográfico que siempre se mueve en el filo de la navaja genérica.
11.33 Doy a luz un párrafo como éste: "
La vertiente metafílmica discurre inherente al ensayo, pues constantemente trata de desentrañar el porqué de las representaciones que va mostrando, de traslucir el flujo discursivo de sus imágenes y lo que explican sobre sí mismas. Ambas texturas se integran sin fracturas en el propósito autobiográfico y metadiscursivo del cineasta sureño, encontrando un ensamblaje razonable en la institución multiforme y fronteriza del cine-ensayo". 11.34 Lo releo y me pregunto, ¿de qué narices estoy hablando?
12.45 Necesito aire. Me voy al
McGinley Hall a practicar un deporte muy aburrido que se llama nadar y que consiste en ir de un lado a otro de un espacio lleno de agua, intentando no darse con la cabeza en los extremos del gigantesco rectángulo. Una y otra vez, una y otra vez. ¡Maldita lesión de ligamento anterior cruzado!
13.17 Salgo del agua, me seco y compruebo
¡dos veces! la puerta de los vestuarios. Sí, esta es la de los caballeros.
13.35 Lunch en el
Marketplace de la
Fordham. Pequeños castores por doquier en forma de alumnos de película post-adolescente. 9,70 dólares me cuesta comer: bendigo el cambio de moneda.
13.36 Oteo, escruto y me posiciono ante la abundante variedad del buffet.
13.37 Pepito Grillo me recomienda abstenerme de los burritos en el rincón internacional.
13.38 Pepito Grillo me anima a no mirar a la sección de hamburguesas y pizza.
13.39 Dietito Grillo me coge suavemente de la mano, mientras lleno mi vasito de zumo de naranja, y me conduce a la sección de ensaladas. Lechuga, tomate, huevo duro, aceitunas negras, atún y brócoli.
13.40 Dietito Grillo me obliga al aliño más básico: aceite y vinagre. Me permite el balsámico. Miro con melancolía las otras doce posibilidades: con mostaza dulce, con queso azul, italiano, rancho, rancho light, vinagreta, de yogur y nueces, César, Dutch, salsa rosa, salsa rosa picante y pesto.
13.41 Convenzo a
Dietito Grillo de que he quemado calorías en la piscina y me cojo un plato de pasta en el rincón vegetariano.
Tallarines con tofú y pimientos rojo y verde. Evito la salsa carbonara y me quedo con la de tomate.
13.55 Tras el plato de pasta, empiezo con la ensalada. No sabe a nada. Me levanto y voy a por un poco de aliño de mostaza dulce.
Dietito Grillo me intenta hablar, pero, ¿¿qué demonios hago yo hablando con un personaje de ficción??
13.56 De vuelta a la mesa, paso por el rincón yanqui y me cojo unas patatas fritas y un trozo de pizza con pepperoni, salchicha y queso aromatizado.
14.10 Aún tengo hambre. La calmaré con la fruta.
14.11 Bueno, la fruta la cogeré para la noche. Prefiero un poco de helado con nueces de macadamia, aderezado con migas de galletas
Oreo, sirope de chocolate y un poco de nata.
14.12 Un poco más de sirope de chocolate. ¡Diantres, está como los espárragos, cojo...!
14.25 Vuelta a la Biblioteca. Abandono a
McElwee y cambio el tercio: le ataco a un libro reciente titulado
Convergent Journalism. The Fundamentals of Multimedia Reporting. Se intuye apasionado y apasionante.
14.35 Tras diez minutos sentado y de animada lectura interactiva (
wordreference es mi amigo), la modorra me empieza a hacer efecto.
14.38 Oigo un arpa, unos pajarillos y unos suaves susurros: "
Nahum, acércate, ven con nosotras,
Nahum. Acércate, nosotras te cuidaremos. Ven. Descansa a nuestro lado". En el duermevela, me parece reconocer a las sirenas, ofreciéndome su néctar desde los sillones de la biblioteca. Quieren que me una a su fiesta y me deje llevar por el placer de su canto melodioso e irresistible...
14.39 ¡¡Sacudo la cabeza y me levanto a echarme agua en la cara!!
14.41 Retomo la
animada lectura del
Convergent Journalism.
The Fundamentals of Multimedia Reporting.14.43 "
Nahum, acércate, ven con nosotras. Debes descansar aquí, nosotras te cuidaremos"
14.44 Me yergo y me ato fuerte al mástil de mi silla y mi ordenador. "¡No me venceréis, bribonas!". Me repito la frase de
Confucio: "Se puede quitar a un géneral su ejército, pero jamás a un hombre su voluntad".
15.25 El ruido de un bibliotecario me despierta. Adopto la
pose egregia de
Fernán Gómez y ¡a la
mierda con las metáforas clásicas y las frases célebres! Vuelvo al libro maldito.
18.00 Me he ganado un/otro descanso. Pido café en el hall de la Biblioteca. Le pongo, claro, sacarina (
y una galletita que aparece casi por sorpresa en mi bolsillo).
19.45 Pliego los bártulos.
19.53 Cojo el metro, dirección:
Yankee Stadium.
20.14 LLego a mi parada. Hoy no hay partido. En todo caso, ¿por qué les gustará tanto el béisbol si es tan peñazo?
20.16 Paso a recoger mi ropa.
Muhamed ya ha cenado. Hablamos un rato sobre el competidor turco que le está saliendo en la calle de enfrente. Entiendo un 55 por ciento de lo que me dice. Nos reímos bastante, en todo caso.
20.19 Entro en casa. Calefacción bien alta. Como una cebolla, me voy quitando capas de ropa. Ganas de descansar. Salsa a todo trapo en la minicadena de mis vecinos, los humeantes porreros. Pienso amablemente en sus madres.
20.30 "¿Debo cenar? Me prometí que solo una fruta. A ver, a ver... tengo plátanos y manzanas. ¡Anda, mira, queda bacon ahí! Bueno, quizá sí pueda tomar un sándwich rápido. Y fruta"
20.31 Saco el bacon. Enciendo la sartén.
20.32 Saco también una pechuga de pollo, pepinillos, lechuga, tomate, queso para fundir, mantequilla de cacahuete, atún, cebolla para freír, ketchup, mostaza y mayonesa.
21.16 Termino mi segundo sándwich triple. Ya no me apetece fruta. "Mañana para desayunar, lo prometo". Ahora solo un yogur. "No, no, sin azúcar, ¡qué va!"
21.19 Como me he puesto
pujo, apenas puedo levantarme del sillón. Me pongo el ordenador sobre las piernas y blogueo un rato. Escribo esta entrada, fruto del aburrimiento. Ya ni siquiera echo un vistazo a la prensa española.
22.03 Me lavo los piños, me paso el hilo dental, me pongo el pijamita con dibujos del
Príncipe de Beukelaer y engancho el disco duro. Estas semanas estoy con
Deadwood y
The Wire. (me las han prestado
Ramoncín y
Teddy Bautista). ¡Estos de la HBO juegan en otra liga, está claro!
23.10 Apago el ordenador.
23.11
Jesusito de mi vida, un bostezo y luces apagadas.
23.12 Antes de cerrar los ojos pienso que ya ha pasado otro día más en el
Bronx -como todos- y que aún sigo sin noticias de
Gurb.